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Matrix: Es una especie de programa muy complejo que simula la vida de las personas y a la que todas las «cosechas humanas» están conectadas.
El paganismo politeísta desde sus orígenes puede definirse de forma general como la lujuria por la vida, por el estar vivo, por la participación en el incesante devenir de las carnes y los seres en el mundo. Este paganismo engendraba un enfrentamiento al mundo de manera frontal, directa, con la generación de nuevos arquetipos divinos reflejo del genio creativo del hombre libre, su potencial para generar nuevas ideas que permitiesen ordenar la realidad de diversas maneras. Los ordenamientos de la realidad derivan en sistemas que se transmiten a partir de una cultura hereditaria, esto genera la existencia de una tradición que sirve a un colectivo de personas para identificarse. La tradición pagana devino en mitos relacionados no sólo a la creación, sino a los ciclos naturales que conforman nuestra realidad.
A partir de esos ciclos naturales y su relación con el hombre es que éste llega a conocer una parte de su ser individual que a su vez está conectada a un ciclo de fuerzas que le supera. El microcosmos que yace en la mente individual se relaciona con un mesocosmos (nivel intermedio entre lo micro y lo macro) a nivel comunitario y éste a su vez mira con fascinación al macrocosmos que está por encima de él, muy arriba en las estrellas. La capacidad de libre abstracción y asociación ha servido siempre como un ejercicio básico si se quiere llegar a otras potencias mentales. En tal contexto, la tradición pagana original se bifurca en varias ramas que van trayendo consigo nuevas ideas, tradiciones medicinales y cosmogónicas, ritos, tendencias estéticas: en resumidas cuentas una constante sucesión de ensayos en los que más que errores se presentan ante la luz lecciones de leyes neutrales en sí mismas pero con una carga valorativa específica para el individuo que las practica.
A su vez, como en el caso de la Roma pre-cristiana, la coexistencia entre diferentes ramas cosmogónicas era totalmente plausible. La interconexión genera un enfrentamiento sutil entre dos vertientes, enfrentamiento en el cual alguna adopta valores de la otra y viceversa, pero en la cual siempre habrá alguna que ganará algo más de terreno sea por el motivo que fuere para terminar convirtiéndose en una nueva tendencia (un ejemplo de ello es el proceso de sucesión que se dio entre los dioses en el antiguo Egipto). De alguna forma esto es un proceso de absorción o predación cultural que debería darse de manera espontánea a través del mero contacto entre dos puntos.
El culto abrahámico del antiguo testamento en este sentido significó un punto de quiebre. En el mito del génesis se presenta al Edén como un estado de completitud en el que la única virtud verdadera del hombre era la obediencia y su mayor pecado la búsqueda de su propio potencial como ser que conoce, que crea, que crece y que se equivoca. La figura del Dios del antiguo testamento es la de una potencia que a su vez niega al hombre en sus potencias, que se presenta como una entidad que aparentemente resguarda pero que en la praxis asfixia. El hombre en el edén es un ser alegre pero anulado, con un estómago lleno pero una mente vacía, un animal en cautiverio bajo un ojo celoso. El músico folk, Thomas Cowgill, denota bastante esto en su tema Lucifer´s the light of the world:
Eve walked down to the garden,
Serpent said shall we begin?
If God up above wants you so dumb
What kinda devil does that make him?
God came down from heaven,
Said what have you two done?
Snake said if that’s the kind of God you’re gonna be
Maybe heaven ain’t so much fun.
La serpiente se muestra como un cuestionador crítico: ¿qué clase de Dios te niega el conocimiento y desea que permanezcas idiota? ¿Sería realmente divertido, lúdico, tener un Dios así de autoritario? El Dios del génesis es la negación del hombre y sus potencias, la serpiente Lucifer viene a ser el adversario, la negación de dicha negación: tanto para la ley lógica como matemática la negación de una negación da siempre una potencia positiva. La serpiente deja entrar la luz de la incertidumbre en la matrix del determinismo puro, en la cual todo está ya pre destinado y teóricamente sin error ni cambio. Jehová era la negación del hombre, la serpiente la negación de dicha negación, el segundo componente que en última instancia guiaría al hombre por el camino hacia la plenitud. La realidad de la vida humana es un compatibilismo: síntesis entre el determinismo y el libre albedrío, noción bajo la cual podemos elegir entre varios caminos en cada situación, pero no entre más caminos de los cuales se nos están presentando para elegir. Podemos elegir entre cien puertas (potencia libre y caótica), pero no más de cien (potencia determinada).
El edén matrix era un medio hostil para el paganismo primordial, cuyo carácter horizontal permitía la libre relación, competencia y transformación espontánea de los seres humanos en conexión con el mundo natural y el sobrenatural. Una vez institucionalizado el culto abrahámico, aquella fuerza limitante del génesis comenzó a utilizarse simbólicamente para controlar a las masas y asegurar el poder de una élite sacerdotal. El sacerdocio dejó de tener una conexión con la comunidad (como la relativa libertad de los antiguos oráculos) y pasó a encerrarse en un paradigma de control y vigilancia. La muerte del ser pagano trajo consigo la muerte del hombre en su verdadera esencia plena, esto evidente en el proceso de satanización de todo lo que escapara al paradigma abrahámico durante la edad media. Los antiguos valores relacionados a la libertad de exploración metafísica, ritualística y psiconáutica fueron reemplazados por los de culpa, deuda y pecado: elementos arquetípicos coercitivos que, dentro del sinfín de elementos que están destinados a darse, sirvieron como la contraposición a los valores originarios.
En la era moderna se dio el desencanto de Dios como el centro del conocimiento y se enfocó en el hombre, lo cual fue visto como un progreso pero, ¿no existía ya hace muchos siglos antes de que la llegada de los cultos abrahámicos una concepción de, no solo el hombre, sino del ser hombre como sujeto y objeto dentro del cosmos? Más bien, la simple atomización de ello en un antropocentrismo plano no puede interpretarse realmente como un avance, simplemente como un lento proceso de retorno a la síntesis pagana primordial. En el siglo XXI los paradigmas del materialismo, más allá de servir como herramientas para la técnica, están mostrando ser estériles a la hora de desarrollar la plenitud humana. Esto sin mencionar la sorpresa de los arqueólogos e historiadores al descubrir los conocimientos científicos avanzados existentes en la antigüedad (esto por ejemplo en las tablas de Hermes Trimegistus que desde hace ya varios miles de años hablaban sobre la ley de polaridad y el movimiento de las moléculas).
No solo el cambio de paradigma de la ciencia es inminente, sino que no sería de extrañar que mucho de los próximos grandes descubrimientos no sean sino redescubrimientos bajo un método más ortodoxo que el existente en la antigüedad. El desencanto con la ciencia ha devenido en fuertes dolores de cabeza visibles en el discurso filosófico posmoderno contemporáneo, en el new age, en las terapias alternativas, en la cantidad de gurús (algunos geniales, otros estafadores) que cada vez tienen una mayor audiencia. Todo esto no es sino un signo del retorno del hombre al paganismo primordial, exploratorio, espontáneo, impredecible, que mediante la creación de cientos de dioses (imágenes de una misma entidad si quiere vérsele así) nos enseñaban más acerca de la naturaleza humana en sus distintas facetas que una cruz politizada.
El deseo de retorno a un mundo holístico en el cual el individuo pueda emplearse a sí mismo como substancia a la hora de explorar la naturaleza, y no sólo reducirse a un racionalismo cartesiano, es cada vez más latente y llegará a un nivel en que logrará estabilizarse. Será en ese punto de consolidación que ya no habrán más edenes que anulen ni en la mística ni en la ciencia, en que la luz en síntesis con la sombra será parte de nuestra vida cotidiana y en que volveremos a ser hijos tanto de la luna como de la estrella del alba.