
Leo con bastante preocupación a más de uno describiendo la era del terrorismo senderista en el Perú como “conflicto interno” e incluso quienes llegan incluso a llamarle “conflicto político”. Según esta idea, la causa de que miles de pobladores inocentes hayan sido masacrados no fue un ideólogo maoista con tendencias sociopáticas que le lavó el cerebro a sus alumnos. Algo que ya se venía preparando hace rato, y que repetidas cartas por parte de maestros fueron enviadas al gobierno, advirtiendo de lo que se venía. Pero no, eso era pura “conspiranoia”. Tampoco, según ellos, la causa fue la extensión de una ideología que hace hincapié en la lucha de clases. A algunos todavía les cuesta creer cómo es que si basas toda una retórica en la lucha de clases, osea el odio y la separación, puedes alentar que alguien ponga una bomba.
No, la causa fue simplemente “injusticia social”. En otras palabras, según la lógica caviar, toda persona humilde es un terruco en potencia. Me llama la atención esa manera de pensar. ¿A partir de cuántos soles diarios tienes derecho a poner bombas? La definición es algo vaga, y de hecho, extremadamente clasista (valga la redundancia, si hablamos de intelectuales que ven todo en términos de clases sociales y no de individuos). De hecho, según un estudio que revisé hace tiempo, la mayoría de terroristas a nivel mundial no son de las clases más bajas, sino son de clase media (buen ejemplo es Abimael, intelectual clasemedieron que odiaba a la sociedad). Les sorprendería saber que el líder de ISIS tiene un doctorado. Si la “pobreza e injusticia social” fuesen las únicas explicaciones para el terrorismo, entonces nadie se explica el surgimiento de la ETA en Euskadi, una de las zonas más prósperas de España.
Como apreciación personal, me da la impresión de que los que joden no son los ricos ni los pobres, sino los clasemedieros que quieren llegar al tope de la pirámide pero sienten que no se les reconoce lo suficiente, entonces utilizan como peones de batalla a los que ellos consideran menos privilegiados y les mandan a morir. Porque siguiendo esta mentalidad, no existen Pedro, Luis o Maria. Según esta lógica lo que existen son “sectores A,B,C..” y sigamos hasta el fin del alfabeto. Según esta mentalidad, el individuo no es nada más allá de su categoría social, del barrio en el que vive. Pueden creer que lo hacen con la intención de allanar las diferencias, pero el acto concreto sigue siendo el mismo. Ponerle una bomba al que se considera privilegiado o expropiarle (eufemismo para robarle y enjaularle si se resiste): al lenguaje se le pueden poner muchas flores, pero el significado subyacente sigue siendo el mismo.
Luego está esta otra idea perniciosa bajo la cual la era del terrorismo fue simplemente conflicto entre dos bandos y al final lo que hubo fueron muchos daños colaterales. Ajá, osea, no se adoctrinó a niños desde pequeños, no hubo ningún componente ideológico, Abimael Guzmán no fue un líder de culto carismático y sin escrúpulos al estilo de Jim Jones al cual nadie le prestó atención al inicio. En otras palabras, las ideas, la filosofía, no tuvo ningún valor, porque según esta gente el ser humano no es un ser ideas, simplemente es un engranaje en una pirámide social que masacra a otros cuando la pirámide no está a su favor. No, todo fue un tiroteo entre borrachos en un bar, mira tú.
No se puede, pues, poner en el mismo nivel (me refiero obviamente a priori) a un terrorista y a un soldado. Ambos, por supuesto, son capaces de bestialidades. Y ambos, de hecho, las cometieron, solo un ultrafujimorista negaría tal cosa. Pero cualitativamente, y dejando de lado casos particulares, son diferentes. La diferencia es que las víctimas del ejército no fueron producto de una ideología, nadie dijo “ok vamos a masacrar a todo un pueblo porque no piensan como nosotros”. Fue producto de una ineptitud que colinda con lo psicopático por parte del gobierno fujimorista, un estilo de operación más próximo al de agencias como la CIA de la vieja escuela que primero entran a masacrar y luego preguntan si hay algún terruco.
Y es que desde el inicio la cosa estaba mal planteada. Para derrotar a un grupo terrorista en tu pais no necesitas tanto tanques, helicópteros y bombas. Lo que se necesita es un servicio de inteligencia sofisticado, bien preparado, con detectives y espías de primera. Si nada más con un improvisado (no por eso menos heorico) GEIN fue suficiente para capturar a Abimael, imagínense lo rápido que se hubiese resuelto todo con un servicio bien preparado.
El problema con banalizar estos acontecimientos a nivel de “conflicto politico” es que se legitima aquello que no debería ser legitimizable. Si le damos esa legitimidad, entonces los que están ahora presos son “presos políticos”. Ahi tienen toda la base ideológica del actual MOVADEF, ahi tienen parte de la base sobre la cual se liberan a criminales como Osmán Morote. Ahi sí, la intelectualidad peruana enquistada en facultades de letras no sale a protestar o a decir nada. No, más bien salen a hacer documentales tratando de “humanizar” a terroristas. Que si la Garrido Lecca bailaba muy bonito, que si el otro escribía lindos poemas, que miren qué bonito pintaba ese otro.
Lamentablemente uno de nuestros lastres, no solo como peruanos sino que diría como latinos, es esa ambiguedad moral, ese pasar por agua tibia, esa manera pusilánime y relativista de asumir los valores que al final provoca las mayores injusticias de todas. Yo digo, sin pelos en la lengua, que el único terrorista bueno es el terrorista muerto. Y que mientras se siga tratando de ablandar nuestra visión de quienes tanto daño le han hecho al pais (y ni siquiera tanto a nosotros los limeños, sino principalmente a la gente humilde de provincias a los que su ideología pretendía defender), no vamos a salir adelante. Si ese nivel de empatía tenemos con terrucos, no me extraña el guante de seda que se tiene con corruptos, con violadores, con sicarios. No son cosas desligadas en caso alguien me acuse de estar yéndome por las ramas. Todo parte de una misma cosmovisión, de una forma de entender la vida.
Yo soy el primero en acusar la titánica ineptitud de los gobiernos anteriores para lidiar con el terrorismo, y los militares que hayan cometido crímenes contra la humanidad deben recibir el mismo castigo, pero no pretendan con eso tratar de “suavizar” el papel de su famosa “lucha de clases” que tantos millones de muertes ha generado a lo largo de la historia y en todos los continentes. No pretendan con eso hacerme creer que una pera es lo mismo que una manzana. No pretendan hacerme creer con eso que el resentimiento social, una vez alimentado bajo retóricas seudo-intelectuales, no es capaz de provocar las más terribles masacres. A estudiar historia se ha dicho.